jueves, 17 de noviembre de 2011

Intimidación, bullying o acoso escolar

La intimidación o bullying en las escuelas tiene solución: que los propios alumnos que lo sufren rompan el silencio y denuncien, coinciden especialistas en el tema.
Aunque la sociedad considera que (estos abusos) son situaciones que han ocurrido siempre y que el niño debe afrontar y resolver porque es parte del aprendizaje, esto es falso.
La intimidación ocurre cuando los niños o adolescentes son atormentados, física o emocionalmente, y de manera continua, por otro u otros con más poder.
Entre los motivos principales para molestar a las víctimas están su apariencia, nivel y orientación sexual, y en general, el hecho de que no encajen con los demás.
Las señales que deben poner en alerta a padres de familia y profesores sobre si un menor sufre este abuso son: una súbita caída en el rendimiento escolar, ansiedad, depresión o pretextos para no ir a clases.
El niño o niña también puede padecer terrores nocturnos o incapacidad para controlar sus esfínteres.
Su desesperación es tal, que puede recurrir al suicidio o, al contrario, herir a su agresor.
Una encuesta sobre violencia aplicada en 2008 en 29 escuelas primarias y secundarias de la Ciudad de México, por la Secretaría de Educación local, en coordinación con la Universidad Intercontinental, arrojó que el 92% de los alumnos ha estado frente a este fenómeno.
Entre las preguntas presentadas a 3,500 menores de 9 a 17 años de edad, estaba la relativa a su actitud frente al maltrato.
En el caso de estudiantes de secundaria víctimas de bullying por parte de sus compañeros, el 32% reveló que luego de haber denunciado el abuso, éste disminuyó.

Además, 24% dijo que el maltrato terminó de manera definitiva. 
Arturo Loredo Abdalá, director de la Clínica de Atención Integral del Niño Maltratado, comenta que la solución a este problema debe ser integral.
"Que alumnos, autoridades educativas, maestros, padres de familia, se involucren en el problema, y agredido y agresor reciban tratamiento psicológico", dice.
Marina Giangiacomo, coordinadora de la línea de investigación de la campaña Escuelas sin Violencia, que se realiza en la Ciudad de México, subraya la importancia de que los alumnos pierdan el miedo y denuncien.
"Huir, cambiarse de escuela, dejar que te castiguen o ignorar el problema no es una solución", explica.
Por medio de la campaña lanzada en el 2009, se han distribuido folletos y carteles donde se insta a los niños a denunciar si son víctimas de otros compañeros.
También, de manera periódica, se ofrecen talleres donde se involucra a los menores, sus padres y maestros, directivos, personal de limpieza y administrativo de los planteles escolares.
Para fomentar una cultura de no violencia y de respeto a las nuevas generaciones, para que las autoridades educativas frenen la violencia intraescolar.
MÉXICO, D.F., (EL UNIVERSAL).- El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) presentó una iniciativa para reformar la Ley General de Educación y fomentar una cultura de no violencia y de respeto a las nuevas generaciones, para que las autoridades educativas frenen la violencia intraescolar y no solamente se quede en campañas para prevenir estos abusos.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Educación Pública (SEP), el 70% de los estudiantes de primaria y secundaria en nuestro país, han padecido en algún momento de su carrera académica el ‘bullying’, es decir, de abusos, maltratos psicológicos, verbales o físicos por parte de sus compañeros.
Esta problemática, se ha agudizado y va a la alza, por lo que es necesario prevenir, detectar y corregir estas conductas para atender casos de cualquier tipo de abuso entre los estudiantes, evitando el acoso y la discriminación escolar, aseguró el vocero del PVEM, Jesús Sesma.
Sesma Suárez, reveló que las causas de esta problemática (bullying) suelen ser multifactoriales, sin embargo, principalmente se debe a la situación de violencia creciente en nuestra sociedad en los últimos años.
La iniciativa presentada en la Cámara de Diputados, plantea reformar los artículos 7, 8 y 49 de la Ley General de Educación para promover una convivencia de respeto y de armonía en condiciones de igualdad y libre de cualquier forma de maltrato físico, verbal o psicológico.
Así como difundir los derechos y deberes de niños, niñas y adolescentes y las formas de protección con que cuentan para ejercerlos; desarrollar de manera permanente programas especializados, a fin de prevenir y atender casos de cualquier tipo de abuso entre los estudiantes, evitando el acoso y la discriminación escolar.
Paralelamente, se sugiere que el Estado realice programas asistenciales, ayudas alimenticias, campañas de salubridad y demás medidas para contrarrestar las condiciones sociales que inciden en la efectiva igualdad de oportunidades de acceso y permanencia en los servicios educativos.
Para esto, el Partido Verde consideró fundamental dotar de instrumentos a los padres de familia e instituciones educativas para eliminar en todas las escuelas este fenómeno.
"También es necesario enseñar a nuestros niños a resolver conflictos de forma constructiva por medio de programas de prevención de violencia escolar que incluya la mediación y la negociación como métodos de resolución de conflictos sin violencia".
El fenómeno del acoso escolar o bullying es también llamado intimidación, hostigamiento, matonaje o bravuconada, y, lamentablemente, se está convirtiendo en un tema acuciante de la realidad escolar en todo el mundo. Se trata, específicamente, del maltrato físico o verbal sistemático por parte de uno o más alumnos hacia otro joven o niño.
Con frecuencia algunos padres se muestran preocupados por el estilo de relaciones que establecen sus hijos o hijas con sus compañeros de colegio.
Pero sea como fuere la vida relacional de los hijos, especialmente a partir de la preadolescencia (10 años) y hasta los 16 años, se nutre de unos profundos cambios e incertidumbres que pueden provocar malas relaciones y especialmente maltrato reiterado entre compañeros.
Aproximadamente uno de cada tres adolescentes entre 12 y 16 años se ve involucrado –ya sea como agresor o como víctima- en situaciones de abuso, cercanas a veces al maltrato grave. Sin embargo, los porcentajes de chicos y chicas que sufren o ejercen un maltrato grave -por su intensidad o por su duración- son drásticamente más bajos: del 2% al 4% de los jóvenes. Por lo tanto, en la mayoría de los casos, la intervención será preventiva o para tratar incidentes de baja intensidad.
Se considera maltrato toda “acción reiterada a través de diferentes formas de acoso u hostigamiento entre dos alumnos/as o entre un alumno/a y un grupo de compañeros - cosa que suele ser más frecuente - en el que la víctima está en situación de inferioridad respecto al agresor o agresores”.
El maltrato entre compañeros puede aparecer de formas muy diversas. No solamente se manifiesta a través de peleas o agresiones físicas, sino que con frecuencia se nutre de un conjunto de intimidaciones de diferente índole que dejan al agredido sin respuesta. Veamos algunas:
· Intimidaciones verbales (insultos, motes, hablar mal de alguien, sembrar rumores,...)
· Intimidaciones psicológicas (amenazas para provocar miedo, para lograr algún objeto o dinero, o simplemente para obligar a la víctima a hacer cosas que no quiere ni debe hacer)
· Agresiones físicas, tanto directas (peleas, palizas o simplemente “collejas”) como indirectas (destrozo de materiales personales, pequeños hurtos,...)
· Aislamiento social, bien impidiendo al joven participar, bien ignorando su presencia y no contando con él/ella en las actividades normales entre amigos o compañeros de clase.
A pesar de que cada caso de relación dañina entre adolescentes debe ser analizado en su singularidad y abordado desde la serenidad, prevaleciendo la imperiosa necesidad de detener el daño y restablecer un equilibrio de poder entre agresor(es) y víctima(s), existen no obstante ciertas claves que nos pueden facilitar la prevención, el análisis y la intervención en este tipo de hechos. Pretendemos aquí exponer dichas claves y establecer algunas pautas de actuación que nos ayuden a saber tratar los incidentes por maltrato entre chicos y chicas en edad escolar.


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